jueves, 20 de diciembre de 2012

El Himno al Amor


Aunque yo hablara todas las lenguas de
los hombres y de los ángeles,
si no tengo amor,
soy como una campana que resuena
o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía
y conociera todos los misterios y toda
la ciencia, aunque tuviera
toda la fe, una fe capaz de trasladar
montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para
alimentar a los pobres y entregara mi
cuerpo a las llamas, si no tengo amor,
no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial, el
amor no es envidioso, no hace alarde,
no se envanece, no procede con bajeza
no busca su propio interés, no se irrita,
no tiene en cuenta el mal recibido,
no se alegra de la injusticia, sino que
se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta.
el amor no pasará jamás.

SAN PABLO

Reflexión.

Vive sin máscaras, sin tabúes, sin inhibiciones.
Vive sin vergüenza, sin sentirte menos que nadie.
Vive con la certeza de que eres único.
Una persona auténtica no sigue patrones, no se limita, encuentra oportunidades a cada instante, las experiencias siempre le resultan enriquecedoras aun aquellas que pudieran parecer duras para el resto de las personas.
Una persona auténtica vuela alto, se posa en la cima, observa y nunca se agita.
El ser auténtico lleva a la calma porque la persona fluye y se abre paso ante todo lo impuesto, crea su propio camino y por lo tanto se sorprende a cada instante. Ceci-

Resentimientos.

Los resentimientos solo sirven para entregar el control de vuestra vida emocional a los demás y permitir que os manipulen, ofreciéndoos una excusa para regresar a vuestros viejos hábitos; por ello, debéis intentar convertiros en personas que rehúsen ofenderse por nadie, por nada o por ninguna circunstancia; de alguna manera, no ofenderse es la manera de asumir que poseéis el control de vuestros sentimientos y que decidís estar en paz, independientemente de lo que suceda y aunque, ciertamente, existen momentos en los que resulta inevitable ofenderse al sentirse agredidos por algo o por alguien que os densifica con una palabra o una acción determinada, habéis de entender que cuando se ofende, se está juzgando y ese juicio siempre estará viciado desde el principio por cuanto existen en el cerebro humano áreas recónditas secretas cuyo acceso está restringido a la propia persona y que nunca se comparte por lo que, al carecer, de facto, de todos los elementos de juicio, premisas, motivaciones y argumentos, la conclusión final será fundamentalmente injusta; por esa razón, cuando dejéis de juzgar y os convirtáis tan solo en simples observadores, seguramente entenderéis de qué se trata la paz interior.

Angel Luis Fernández.


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