jueves, 7 de julio de 2011
El día que yo cambié...
El día que yo cambié, decidí no esperar las oportunidades sino salir a buscarlas; decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución; decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis; decidí ver cada noche como un misterio a resolver y cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquel día comencé a ser fuerte, feliz de verdad, gracioso.
Aquel día dejé de temer por cada vez que perdía y sentí que para vencer no es necesario ganar.
El día que yo cambié, vi que dar lo mejor de mí me hacía feliz, así no fuera el primero, así no me coronaran o me aplaudieran.
Aquel día sentí nuevamente que el único rival soy yo mismo.
El día que yo cambié, me dejó de importar quien ganara o perdiera.
Ahora me importa simplemente sentirme mejor que ayer.
Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Pero también vi que a veces se cae, y que el único camino es levantarse y seguir.
El da que yo cambié, descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, que el amor es una filosofía de vida.
Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente. Aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.
El día que yo cambié, decidí cambiar tantas cosas.
Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerlos realidad.
Desde aquel día ya no duermo solo para descansar, ahora también duermo para soñar…
Walt Disney
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