Los seres humanos deben volcar todo su esfuerzo en construir la paz, la
felicidad y la alegría, cada día, en cada actividad que desarrollen, en
cada pensamiento; solo así será posible restituir el imperio del amor,
el amor de todos, el que mora y se expande desde el corazón de Dios a
todos los confines del espacio y del tiempo; el que se transmite en
forma de luz, para iluminar las tinieblas de la
tristeza. Es preciso volver la mirada hacia los niños con más
frecuencia, aprender de ellos, imitarles y recibir su cálido efluvio de
energías sutiles, de inspiración y de generosidad y lealtad sin límites:
solamente así será posible erradicar para siempre la desesperanza, la
desconfianza y la tristeza, de los corazones.
Todas las criaturas
han sido creadas desde y para la alegría, desde su incepción original y
pueden abrir sus ojos y su alma a la felicidad, objetivo máximo de toda
la Creación. Que las lágrimas sean de alegría, pero nunca de tristeza.
Angel Luis Fernández.
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