domingo, 6 de marzo de 2011
Las tres barbas.
Un discípulo llegó muy agitado a la casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera:
-Maestro, quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia.
Sócrates lo interrumpió diciendo:
-Espera un momento. ¿Ya hiciste pasar a través de las tres barbas, de los tres filtros, lo que me vas a decir?
-¿Las tres barbas…? –inquirió el discípulo.
-Sí… -replicó el maestro -. La primera es la VERDAD. ¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos?.
-No…, yo lo oí decir a unos vecinos – respondió el discípulo.
-Pero al menos lo habrás hecho pasar por la segunda barba, que es la BONDAD. ¿Lo que me quieres decir es por lo menos bueno? –prosiguió Sócrates.
-No, en realidad no; al contrario… - respondió el discípulo.
-¡Ah!- interrumpió Sócrates – entonces, ¿ya consideraste la última barba, que es la NECESIDAD? . ¿Es necesario que me cuentes eso?.
-Para ser sincero, no. Necesario no es… - respondió el discípulo-.
-Entonces – sonrió el sabio -, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido, pues no es más que chisme, mentira, rumor o difamación.
Antes de decir algo a alguien piensa bien si eso hace bien o mal, si une o desune, si acerca o aleja, si contenta o disgusta, si altera o calma, si enaltece o enardece, si aviva o apaga. Porque a veces el silencio es más noble y lo indicado.
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