Voluntad y Espíritu
Cuando yo era muy joven, no me explicaba cómo hacían las personas para
soportar las vicisitudes que a diario padecían. Yo me sentía incapaz de
lograrlo.
Luego fui conociendo lo desagradable de la vida.
Algunas separaciones de los seres queridos, la enfermedad, la
ingratitud, la vejez y hasta la misma muerte. Fui comprendiendo que
todos estos sucesos formaban parte de la vida,que no podía separar para mí, sólo la dicha y la paz.
Entonces comprobé que era necesario adiestrarme para sortear todos esos
obstáculos y adversidades y comencé a fortalecer mi voluntad y mi
espíritu. Necesitaba hacer acopio de todos mis recursos, necesitaba de
la serenidad para hacer frente a las desgracias. Logré entonces
detenerme justo en el momento en que mi espíritu parecía desfallecer, y
la fortaleza fue haciendo en mí, su casa.
Mi mente y mi corazón
aprendieron a decidir juntos. Ni arrebatos sentimentales ni frías
conclusiones, todo debería marchar al unísono, como el fino engranaje de
un reloj.
A esto, que yo llamo fortaleza, le debo el haber
conseguido la armonía que hoy siento en mi vida. Sé que aún me falta
mucho por aprender, que cada día que amanece puede traerme algunas
sorpresas, pero ya no les temo. Comencé a prepararme desde muy joven
para enfrentarlas y ahora, cuando el camino se hace más corto, no
permito que nada ni nadie perturbe aquella serenidad que conseguí con
tanto esfuerzo.
Pero bien valió la pena, hoy puedo manifestarlo en toda su plenitud.
José Juventud.
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