Dualidad.
Todo en los universos responde a un orden dual,
constituyendo cada polo un marco de referencia del otro, por lo que no se puede
determinar en ningún caso que sea uno más verdadero o real que el otro, o que
el uno constituya la verdad absoluta, frente a la esencia indisoluble del otro.
Es preciso comprender que ambas polaridades se complementan y constituyen en sí
mismas el eje transversal sobre el que se
construyen la armonía y el equilibrio universal.
Dentro de esa dualidad, nos encontramos siempre con
el arriba y el abajo, el delante y el detrás, el positivo y el negativo, la
oscuridad y la luz, el blanco y el negro, o el adentro y el afuera. Justamente
aquí vamos a detenernos por unos instantes:
El "Afuera" significa la imagen, la
materia y la densidad del alma; el "Adentro" se refiere a la
intensidad del espíritu, a lo inmaterial y al Amor. De igual modo, todos los
seres que pueblan los universos, comienzan su singladura desde los niveles más
densos del "Afuera" a los menos densos del "Adentro",
terminando por esfumarse en unos niveles vibratorios de altísima intensidad y
frecuencia que los vuelve indetectables para los demás; este camino
introspectivo hacia el interior de uno mismo es precisamente lo que permite el
avance de las criaturas hacia cotas más altas de perfección y de progreso. Del
mismo modo, las sociedades responden a un proceso parecido por el que, de los asentamientos
primarios en las superficies de los mundos, se pasa con el tiempo a la puesta a
punto de grandes espacios interiores, hacia "Adentro" por debajo de
la corteza de las esferas; siendo éste uno de los signos de máximo desarrollo
de las civilizaciones avanzadas intermedias. Angel Luis Fernández.
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