jueves, 14 de octubre de 2010

Profecías.


Toda profecía es relativa debido a que la verdad se amplía conforme se eleva la consciencia. Existen estudiosos que prevé, por ejemplo, la fecha de un evento importante. Su previsión es verdadera en el nivel que captaron aquella coyuntura, pero no en el nivel superior; y cuando este último predomina, el hecho puede no darse como estaba previsto.

Algunos afirman, basándose en cálculos realizados sobre las medidas de las pirámides de Egipto, que el eje magnético de la Tierra está por cambiar de posición y se sucederán diversas transformaciones en la corteza terrestre.

Es imposible fijar una fecha para los grandes cambios físicos que la Tierra debe sufrir en este período. Sin embargo, algunos ya están sucediendo y podemos percibir sus señales: la contaminación ambiental, el derretimiento de los casquetes polares y las diversas alteraciones climáticas. Y, aunque todos lo sepan, son pocos los que cambian su forma de vida.

La mayoría recibe la información y no se transforma, aun admitiendo su propia parte de responsabilidad en hechos desequilibrados y negativos.

Por eso, lo más apremiante para la humanidad no es conocer las profecías, sino salir del plano en que está y colocarse ante otras leyes, las mismas que están transformando a la Tierra. Ya no debemos buscar informaciones por curiosidad. Debemos usar, de manera positiva y dinámica, la energía de transformación hoy presente en el planeta y estar receptivos a lo desconocido.

Si percibimos que van a faltar alimentos, nuestra mente nos impulsa a almacenarlos, pues actúa basada en las leyes físicas, que son limitadas. Sin embargo, almacenando no salimos de la miseria; por el contrario, cuando almacenamos, contribuimos para que la abundancia no circule. De esta manera, nos quedamos atados a determinadas leyes de la materia. En cuanto a las leyes suprafísicas, nos llevan a hacer exactamente lo opuesto: relacionarnos con los bienes materiales desapegadamente y, si fuera necesario, distribuir lo que tenemos.

Justo aquí tocamos un punto importante: para que la ley superior, la de la abundancia, se cumpla, es necesario vivir según sus designios en el plano en que nos encontremos. Si distribuimos los bienes sin donarnos, el resultado será una carencia mayor, o de otro tipo.

La mente también dice que en estos tiempos de incertidumbre necesitamos seguridad; y así, hay quien busca un lugar para vivir, libre de contaminación nuclear y cataclismos. En ciertos países, las personas se preparan para mudarse a las montañas o al interior, lejos del mar. Muchas veces eso es una ilusión, pues solamente con desplazamientos físicos no salimos del caos. La seguridad y la armonía se encuentran al cambiar el estado de consciencia y al ingresar en otras leyes, y no sólo cuando nos mudamos de lugar.

Trigueirino (fragmentó del libro Despertar a la Trasformación)

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