viernes, 2 de septiembre de 2011

La Puerta Estrecha De La Tolerancia

                                                                                                                          Nadie puede progresar si no pasa por la puerta estrecha de la tolerancia. El hombre tolerante posee una forma de sabiduría y de serenidad que le permite aceptar y comprender el mundo que lo rodea, sin querer imponer su ley, su verdad o su concepción de la vida. Para él el mundo no termina en el umbral de su puerta y, menos aún, en su ombligo.

Gracias a la tolerancia podríamos evitarnos muchas pruebas, pues cometemos muchos errores por ignorancia. Además, el orgullo y la incomprensión nos impiden conocerlos.
A medida que penetra en nosotros el conocimiento, nos damos cuenta de que estamos sujetos a tareas materiales y, por ende, a la Tierra. Comprendemos que la unión hace la fuerza y que cada uno está exactamente en el sitio que le corresponde, por acciones y decisiones. Sea cual fuere la posición y los honores recibidos, la puerta es igual para todos: la igualdad ante Dios. Nos encaminamos hacia la religión universal, pero ésta sólo puede consolidarse sobre el amor, la fraternidad, la comprensión y la tolerancia.
Tu evolución pasa por la mano tendida al prójimo, aunque éste no tenga las mismas creencias, la misma posición, el mismo color de piel o el mismo idioma. Es necesario comprender y ayudar a los otros a comprenderse y a ayudarse a sí mismos.
La intolerancia conduce a la envidia, al fanatismo, a la discriminación, a la exclusión, al rencor, a los celos, al orgullo…La intolerancia puede provocar cataclismos o graves conflictos, cuyo alto precio, además de las personas que nos rodean, puede afectar y pagar toda la humanidad.
Magnun Lebrun. Médicos del Cielo y de la Tierra.

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