sábado, 27 de agosto de 2011

BAILA COMO SI NADIE TE ESTUVIERA VIENDO



Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo y, entonces, después de tener otro. Entonces nos sentimos frustrados de que los hijos no son lo suficientemente mayores y pensamos que seremos más felices cuando lo sean.

Después de eso nos frustramos porque son adolescentes, difíciles de tratar; ciertamente, pensamos, seremos más felices cuando salgan de esa etapa.

Por otra parte nos decimos que nuestra vida estará más completa cuando a nuestro esposo/a le vaya mejor, cuando tengamos un nuevo coche o cambiamos de casa, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados.

La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ¡ahora! Y si no es ahora ¿entonces cuándo?

Tu vida siempre estará llena de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices de todas formas.

Alfred D’Souza dijo: “Por largo tiempo parecía para mí que la vida estaba a punto de comenzar. La vida de verdad. Pero siempre había algún obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto que terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar... Entonces la vida comenzaría.

Hasta que me di cuenta de que estos obstáculos eran la vida”.

Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino hacia la felicidad, porque la felicidad es el camino.

Así que atesora cada momento que tienes para vivir. Y aprovéchalo más cuando lo compartes con alguien especial para ti, lo suficientemente especial como para compartir tu tiempo. Y recuerda que el tiempo no espera para nadie... Así que deja de esperar hasta que termines los estudios, hasta que vuelvas al trabajo, hasta que bajes diez kilos en tu peso, hasta que tengas hijos, hasta que tus hijos se vayan de casa, hasta que te cases, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno o hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor momento que este para ser feliz... La felicidad es un trayecto, un viaje, no un destino ni una meta.

Baila como si nadie te estuviera viendo. Canta como si nadie te escuchase. Y ama como si nunca te hubieran herido. ¡Lo agradecerás!

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