viernes, 2 de marzo de 2012

Dualidad.

Todo en los universos responde a un orden dual, constituyendo cada polo un marco de referencia del otro, por lo que no se puede determinar en ningún caso que sea uno más verdadero o real que el otro, o que el uno constituya la verdad absoluta, frente a la esencia indisoluble del otro. Es preciso comprender que ambas polaridades se complementan y constituyen en sí mismas el eje transversal sobre el que se construyen la armonía y el equilibrio universal.
Dentro de esa dualidad, nos encontramos siempre con el arriba y el abajo, el delante y el detrás, el positivo y el negativo, la oscuridad y la luz, el blanco y el negro, o el adentro y el afuera. Justamente aquí vamos a detenernos por unos instantes:

El "Afuera" significa la imagen, la materia y la densidad del alma; el "Adentro" se refiere a la intensidad del espíritu, a lo inmaterial y al Amor. De igual modo, todos los seres que pueblan los universos, comienzan su singladura desde los niveles más densos del "Afuera" a los menos densos del "Adentro", terminando por esfumarse en unos niveles vibratorios de altísima intensidad y frecuencia que los vuelve indetectables para los demás; este camino introspectivo hacia el interior de uno mismo es precisamente lo que permite el avance de las criaturas hacia cotas más altas de perfección y de progreso. Del mismo modo, las sociedades responden a un proceso parecido por el que, de los asentamientos primarios en las superficies de los mundos, se pasa con el tiempo a la puesta a punto de grandes espacios interiores, hacia "Adentro" por debajo de la corteza de las esferas; siendo éste uno de los signos de máximo desarrollo de las civilizaciones avanzadas intermedias. Angel Luis Fernández.

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