domingo, 1 de abril de 2012

OBSERVATE.



Observador, obsérvate. Observa qué sientes cuando te aplauden, cuando hablan bien de ti, cuando eres reconocido, cuando eres premiado, cuando te mencionan, cuando te salió bien lo que hacías. Observa lo que sientes, lo que pasa dentro de ti cuando todo está bien, cuando nada ni nadie te mueve el piso, cuando la gente te sonríe, cuando te abrazan.

Observa lo que sientes cuando la gente te considera importante, Podría ser larga la lista, observa lo que sientes en ese largo capítulo de éxito, del aplauso, del reconocimiento.

Vamos a dar la vuelta a la moneda, la otra cara, observa, o mejor, recuerda lo que sientes cuando están hablando mal de ti, cuando te rechazan, cuando te acusan, cuando escuchas que alguien dice “Esa persona no vale la pena”, cuando salen mal tus planes, observa lo que sientes cuando no todo está bien, cuando hay turbulencia, cuando tu horizonte existencial hay nubarrones.

Observa lo que sientes cuando estás triste, cuando estás nervioso, cuando tienes miedo, cuando te sientes solo y abandonado, cuando la traición bordea tu existencia y la deslealtad es mal disimulada.

Observa lo que sientes cuando te falta lo que necesitas.

Esas son dos caras de la misma moneda, como si fueran una de cal y otra de arena, y la vida nos presenta surtido, mixto, por un lado la persona que le está yendo bien, la persona a la que le felicitan la que esta radiante, la que tiene esa vocecita interior que le dice “que bueno eres!”. En la otra cara está el abatido, el que no puede más con su vida, y si ambas caras fuera simplemente una ilusión y si ninguno de los dos fuera la actitud del guerrero y si ninguno de ellos fuera un buen aprendiz.

El primero requisito para ser un buen aprendiz es estar atento y esto en la práctica, significa observarse, auto observación rigurosa, detallista, auto observación constante, en todo momento, observarse equivale a no juzgarse, que quede claro.

Ser autocrítico no significa cortarse la cabeza, la autocrítica tiene que ser honesta y creativa, inteligente y práctica, pero para autocriticarse, previamente hay que saber autoobservarse. Obsérvate, obsérvate en todos los perfiles de esta existencia, es como una cámara escondida que te va a ir filmando desde todos los ángulos, con la diferencia de que tú si te das cuenta y eres capaz de decirte: “Me está emergiendo el miedo”, “la soberbia me está dominando”, “estoy respondiendo con egoísmo”, “estoy usando mal mi tiempo”, “estoy sin una priorización adecuada”, “Estoy observándome insuficientemente”, “Observo que no me observo”. No se trata de culpabilizarse, nada tiene que ver la autoobservación chamánica, con esa especie de arrepentimiento y culpabilización religioso, que desemboca en remordimiento y en una especie de grotesco arrepentimiento, que no sirve para nada, es gastar energía. No se trata entonces de vivir amedrentado por los errores del pasado. Un buen aprendiz no lleva equipaje, porque el equipaje siempre tiene que ver con el pasado, es ágil porque no lleva peso adicional. Un buen aprendiz es flexible porque tiene la libertad de movimiento, no hay percepciones rígidas, ni actitudes estáticas. Sabe que el camino es la ley de la vida y un acto voluntario, decide direccional su energía hacia arriba, hacia lo superior, entonces comienza la transformación.
¿Cómo transformarse? A través del estilo de vida que somos capaces de operativizar en nuestra existencia, a través de una manera de pasar por nuestra existencia. Esto implica todo, todo lo que hacemos, desde las relaciones interpersonales hasta el uso del tiempo. Desde cómo me veo a mi mismo, hasta cuán atento estoy a todo lo que acontece a mi alrededor y como actúo en ese paisaje, donde las cosas no necesariamente son lo que parecen. El guerrero es un jaguar que mantiene un alerta sereno, constantemente.

En el guerrero, la energía está siempre en movimiento, por eso es pasivo, incluso cuando está meditando y reflexionando, está activo, aunque está inmóvil, está activo.

Obsérvate que sientes, y éste es un trabajo práctico, para hoy mismo, obsérvate que sientes cuando contemplas el fuego y esa vela consumirse, mientras nos regala su luz. Observa que sientes al contemplar las estrellas. Observa qué sientes de pie frente a un amanecer. Observa qué sientes al contemplar la luna, o al escuchar el canto de los pájaros, Es importante que observes lo que pasa dentro de ti cuando estás frente a una flor, cuando sintonizas el silencio o ante el llanto de un niño y el vuelo de una mariposa.
Tienes que observarte más, a ver qué está pasando dentro de ti, a ver qué paisaje interior estás construyendo dentro. Obsérvate cuando estás alegre, cuando estás triste, cuando estás solo y cuando estás acompañado. Obsérvate cuando te alimentas y cuando sientes hambre, obsérvate cuando caminas, quién está caminando, desde dónde estás caminando? Qué está diciendo tu lenguaje corporal? Obsérvate un instante antes de dormir y recuerda lo que hiciste en el día, brevemente, cinco minutos, y efectúa una mini evaluación y si es posible, sumérgete en una breve meditación que prepare tu descanso reparador, en cualquier postura, incluso acostado en tu cama. Está bien interesante fundir, entrelazar la meditación con el sueño.

Obsérvate observando y te darás cuenta que descubres tantas cosas, que hay tanta materia prima para trabajar en ti, contigo, dentro tuyo. Por ejemplo, obsérvate como reaccionas en diferentes circunstancias, obsérvate con qué actitud haces lo que haces, vamos a detenernos un momento aquí y poner algunos ejemplos. Al estar trabajando algunos están diciendo (Diciendo sin decirlo): “Miren que bueno soy”, “miren que fuerte que soy”, “miren cuánto sé”. Alguno está trabajando diciendo: “”Pues a ver cuando se acaba este trabajo”, u otro estará diciendo: “En cuanto se descuiden me fugo”, otro estaría diciéndose “Que bueno sería una siesta ahora mismo”… pero quizás haya alguno que esté actuando como aprendiz, ampliando límites, enfocando la energía adecuadamente, n importa el reconocimiento, imagínate que una persona (vamos a exagerar un poco cronológicamente) que canta y todo el mundo que la escucha le va a aplaudir, pasa el tiempo, sigue cantando bien y continúan los plausos, con una característica, que cada vez son menos, porque ocurre, como decía Borges, que la gente tiene la mala costumbre de morirse, entonces se va marchando y cada vez menor gente para aplaudir, hasta que al final queda uno, que también un día se fue. Imagínate esa persona que hacía las cosas en función del aplauso ajeno, un día constata que no hay nadie para aplaudirle, y se desmorona.

No podemos vivir en función de las circunstancias ajenas, no podemos ni si quiera aspirar a que la gente nos comprenda. Quizás una frase importante sea: “comprendo que no me comprendes” y a pesar de todo, las cosas sigan bien. Resulta una práctica inadecuada el ir por la vida mendigando comprensión, no hace falta, eres tu quien tienes que entenderse y eres tu quien tienes que sacar tu fuerza, y eres tu quien tienes que liberar ese potencial interior y eres tú quien tienes que vivir tu vida, por eso muchas veces la palabra postergar es una palabra obscena. En algunos casos, se podría decir, una postergación más y estás perdido.

No hace falta decir que el tiempo no espera. Es fundamental que tú puedas reunir todos tus instante y formar un ramillete en ellos y saborear la fragancia del tiempo bien aprovechado y decirle al universo: Gracias por haberme enviado la eternidad desgranada en forma de instantes”, es decir, que perder tiempo es perder la eternidad, Recuérdalo.
Pachi.


Chamalú

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