domingo, 10 de junio de 2012

Reflexión

Los seres humanos deben volcar todo su esfuerzo en construir la paz, la felicidad y la alegría, cada día, en cada actividad que desarrollen, en cada pensamiento; solo así será posible restituir el imperio del amor, el amor de todos, el que mora y se expande desde el corazón de Dios a todos los confines del espacio y del tiempo; el que se transmite en forma de luz, para iluminar las tinieblas de la tristeza. Es preciso volver la mirada hacia los niños con más frecuencia, aprender de ellos, imitarles y recibir su cálido efluvio de energías sutiles, de inspiración y de generosidad y lealtad sin límites: solamente así será posible erradicar para siempre la desesperanza, la desconfianza y la tristeza, de los corazones.
Todas las criaturas han sido creadas desde y para la alegría, desde su incepción original y pueden abrir sus ojos y su alma a la felicidad, objetivo máximo de toda la Creación. Que las lágrimas sean de alegría, pero nunca de tristeza.

Angel Luis Fernández.

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